miércoles, 25 de noviembre de 2009

El nacimiento de la Tierra

Hace 4.570 millones de años se forma nuestro Sistema Solar y, con él, el Sol, la Tierra y el resto de planetas que lo configuran.

Una nube de gas y de polvo formó la estrella central, el Sol, el amplio disco de gas y polvo que giraba alrededor de esta nueva estrella creó planetas y varios satélites, asteroides y cometas.

Si alguien pudo ver la Tierra en ese momento, jamás hubiese pensado que ese planeta albergaría vida.

En su origen, la Tierra era sólo rocas incandescentes y gases. No poseía agua líquida, estaba a unos 150 millones de kilómetros del Sol y era el tercer planeta, si empezamos a contar desde el Sol, y el quinto más grande del Sistema Solar.

En la actualidad, la Tierra tiene una temperatura media de 15 °C tiene agua líquida en el 71% de su superficie, alberga una grandísima diversidad de formas de vida, y hoy es el único planeta en el que se conoce la existencia de vida.

Es el único planeta del Sistema Solar donde el agua puede existir permanentemente en estado líquido en la superficie. El agua ha sido esencial para la vida y ha formado un sistema de circulación y erosión único en el Sistema Solar.

¿A qué se debe este cambio tan grande? Pues a un choque gigantesco.

Hace 4.533 millones de años, el planeta Tea (Del griego Theia, madre de la Luna), del tamaño de Marte, colisionó con la joven Tierra a una velocidad de 40.000 km/h.

Gran parte de Tea y una fracción significativa de la propia Tierra fueron hacia el espacio.

El núcleo de Tea se hundió dentro del núcleo terrestre. Las condiciones existentes en la Tierra tras el impacto fueron infernales, con el planeta fundido en su totalidad y rodeado por una atmósfera de roca vaporizada a una temperatura de 4.000 °C.

Un gran porcentaje de Tea se fusionó entre uno y cien años después del impacto, para formar lo que hoy es la Luna.

Este evento extraordinario dio a la Tierra dos peculiaridades, la primera es una inclinación de unos 23,5° sobre su eje, lo cual produce las estaciones tal como las conocemos;y la segunda, un satélite de gran tamaño (algo menos de un tercio del tamaño de la Tierra), que ejerce una gran influencia sobre ella, por ejemplo, actuando sobre las mareas.

Si de nuevo alguien hubiera visto la Tierra en este momento, ésta seguía siendo un infierno para contener vida, pero ya se enfriaría… Al menos por fuera.

La Tierra se empezó a enfriar lentamente y los volcanes y géiseres que se formaban en la superficie comenzaron a expulsar los gases que formaron la atmósfera terrestre. Hace unos 4.000 millones de años, la gran cantidad de vapor de agua acumulado en la atmósfera cayó a la superficie de la Tierra, llovió durante más de 50.000 años y nacieron los océanos.

Al principio los océanos no eran precisamente de agua salada, tal como lo conocemos hoy en día, sino de agua dulce, como lagos ¿Cómo se convirtieron en agua salada?

Junto con la lava de las erupciones volcánicas y el vapor de agua que brotaba a presión desde el interior de la Tierra, surgían también determinadas cantidades de cloruro de sodio (sal común), acompañada de otros elementos químicos como el potasio, magnesio, sulfato, calcio, bicarbonato y bromuro.

Al ser esos elementos mucho más pesados que el vapor de agua que los expulsaba hacia la superficie terrestre, quedaban depositados entre las rocas por donde salían las columnas de vapor.

La lluvia que caía sobre la Tierra disolvía y arrastraba a su paso la sal y el resto de los elementos químicos solubles en agua que se encontraban depositados entre las rocas y sobre la superficie terrestre, dirigiéndola hacia los mares y océanos primitivos.

La salinidad del mar no es la misma en todos los lugares, pero se considera que la mayoría del agua contenida en los mares y océanos contiene, como media, sólo un 3,5 % de sal (35 gramos por litro), aunque esa pequeña cantidad es suficiente para que no se pueda beber.

Más tarde, la Tierra continuó enfriándose, pero la actividad de los volcanes disminuyó, por lo que desde hace ya unos 100 millones de años la cantidad de agua que contienen los océanos y mares no ha variado.

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